Diego Moya

Enfermero, fotógrafo y cooperante internacional. Apasionado por la filosofía y el cuidado humano, busco el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu a través de la alimentación consciente y el deporte. Creo firmemente en el poder del autocuidado y la reflexión profunda como caminos hacia el bienestar integral.


Un Camino de Luz y EsperanzaEn el viaje de la vida, hay caminos que nos transforman, que nos conectan con lo más esencial del ser humano: la empatía, el amor y la entrega. Soy Diego Moya Sáez, y mi historia no es solo la de un profesional sanitario, sino la de un ser humano comprometido con iluminar las vidas de aquellos que más lo necesitan.Desde mis primeros pasos en el fotoperiodismo, supe que el mundo necesitaba ser visto, no solo con los ojos, sino con el corazón. A través de mi lente, capturé las historias de miles de personas cuyas vidas están llenas de lucha, dolor y esperanza. Cada imagen que tomé fue un testimonio del coraje humano, una ventana al alma de quienes han enfrentado la adversidad y han seguido adelante.Pero mi pasión por contar historias me llevó más allá de las imágenes. La vida me guió hacia un nuevo horizonte, donde las manos y el alma trabajan juntas: el cuidado de los demás. Como Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE) y estudiante de enfermería, descubrí que cuidar no es solo una tarea, sino un acto de amor. El roce de una mano, una palabra suave en el momento adecuado, una mirada de comprensión: estos son los gestos que pueden transformar un día oscuro en uno lleno de luz.A lo largo de mi carrera, he tenido el privilegio de servir como cooperante internacional, ofreciendo apoyo a aquellos que han sido olvidados por el mundo. En Honduras, atendiendo a personas con VIH/SIDA, aprendí que la vulnerabilidad no es debilidad, sino una puerta abierta a la compasión más profunda. Cada vida que toqué me transformó, enseñándome que el verdadero valor de un ser humano no está en lo que logra, sino en lo que ofrece a los demás.Mi misión no tiene fronteras. Me mueve la convicción de que cada persona merece ser vista, escuchada y cuidada. Creo firmemente en la humanización de los cuidados, en la importancia de tratar a cada ser como un todo: cuerpo, mente y espíritu. Este enfoque holístico es el que me guía en cada uno de mis pasos, tanto en las salas de un hospital como en los rincones más remotos del mundo.Hoy, mi camino sigue, alimentado por la certeza de que, más allá de las técnicas y los conocimientos, lo que realmente importa es lo humano. Lo esencial. Mi objetivo es sencillo: seguir desarrollándome como persona y profesional, para llevar un rayo de esperanza a aquellos que lo necesitan, para ofrecer una mano que sostenga, una palabra que alivie, una presencia que reconforte.Si estás aquí, leyendo estas palabras, te invito a unirte a este viaje. A ver el mundo a través de los ojos de la empatía, la compasión y el amor. Porque, al final, lo que nos une no es solo lo que hacemos, sino cómo lo hacemos. Y yo elijo hacerlo desde el corazón.